martes, 5 de marzo de 2013

Pablo Neruda - Amor




Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte 
la leche de los senos como de un manantial, 
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte 
en la risa de oro y la voz de cristal. 
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos 
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, 
porque tu ser pasara sin pena al lado mío 
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. 

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría 
amarte, amarte como nadie supo jamás! 
Morir y todavía 
amarte más. 
Y todavía 
amarte más 
y más.

Pablo Neruda - Algunas bestias



Era el crepúsculo de la iguana. 

Desde la arcoirisada crestería 
su lengua como un dardo 
se hundía en la verdura, 
el hormiguero monacal pisaba 
con melodioso pie la selva, 
el guanaco fino como el oxígeno 
en las anchas alturas pardas 
iba calzando botas de oro, 
mientras la llama abría cándidos 
ojos en la delicadeza 
del mundo lleno de rocío. 
Los monos trenzaban un hilo 
interminablemente erótico 
en las riberas de la aurora, 
derribando muros de polen 
y espantando el vuelo violeta 
de las mariposas de Muzo. 
Era la noche de los caimanes, 
la noche pura y pululante 
de hocicos saliendo del légamo, 
y de las ciénagas soñolientas 
un ruido opaco de armaduras 
volvía al origen terrestre. 
El jaguar tocaba las hojas 
con su ausencia fosforescente, 
el puma corre en el ramaje 
como el fuego devorador 
mientras arden en él los ojos 
alcohólicos de la selva. 
Los tejones rascan los pies 
del río, husmean el nido 
cuya delicia palpitante 
atacarán con dientes rojos. 

Y en el fondo del agua magna, 
como el círculo de la tierra, 
está la gigante anaconda 
cubierta de barros rituales, 
devoradora y religiosa.

Poema de Pablo Neruda - Cuerpo de mujer



I
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, 
te pareces al mundo en tu actitud de entrega. 
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava 
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra. 

II
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros 
y en mí la noche entraba su invasión poderosa. 
Para sobrevivirme te forjé como un arma, 
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda. 

III
Pero cae la hora de la venganza, y te amo. 
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. 
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia! 
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste! 

IV
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia. 
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso! 
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue, 
y la fatiga sigue, y el dolor infinito
.

Mario Benedetti - El mar



I
Qué es en definitiva el mar?
¿por qué seduce? ¿por qué tienta?
suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla

II
nadar es una forma de abrazarlo
de pedirle otra vez revelaciones
pero los golpes de agua no son magia
hay olas tenebrosas que anegan la osadía
y neblinas que todo lo confunden

III
el mar es una alianza o un sarcófago
del infinito trae mensajes ilegibles
y estampas ignoradas del abismo
trasmite a veces una turbadora
tensa y elemental melancolía

IV
el mar no se avergüenza de sus náufragos
carece totalmente de conciencia
y sin embargo atrae tienta llama
lame los territorios del suicida
y cuenta historias de final oscuro

V
¿qué es en definitiva el mar?
¿Por qué fascina? ¿por qué tienta?
es menos que un azar / una zozobra /
un argumento contra dios / seduce
por ser tan extranjero y tan nosotros
tan hecho a la medida
de nuestra sinrazón y nuestro olvido

VI
es probable que nunca haya respuesta
pero igual seguiremos preguntando
¿qué es por ventura el mar?
¿por qué fascina el mar? ¿qué significa
ese enigma que queda
más acá y más allá del horizonte?

Mario Benedetti - Cuando éramos niños



I
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.

II
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra

III
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.

IV
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

Mario Benedetti - Ayer



I
Ayer pasó el pasado lentamente
con su vacilación definitiva
sabiéndote infeliz y a la deriva
con tus dudas selladas en la frente

II

ayer pasó el pasado por el puente
y se llevó tu libertad cautiva
cambiando su silencio en carne viva
por tus leves alarmas de inocente


III

ayer pasó el pasado con su historia
y su deshilachada incertidumbre/
con su huella de espanto y de reproche


IV

fue haciendo del dolor una costumbre
sembrando de fracasos tu memoria
y dejándote a solas con la noche.

Mario Benedetti - Alguien




I
Alguien limpia la celda
de la tortura
que no quede la sangre
ni la amargura

II
alguien pone en los muros
el nombre de ella
ya no cabe en la noche
ninguna estrella

III
alguien limpia su rabia
con un consejo
y la deja brillante
como un espejo

IV
alguien piensa hasta cuando
alguien camina
suenan lejos las risas
una bocina
y un gallo que propone
su canto en hora
mientras sube la angustia
la voladora

V
alguien piensa en afuera
que allá no hay plazo
piensa en niños de vida
y en un abrazo

VI
alguien quiso ser justo
no tuvo suerte
es difícil la lucha
contra la muerte

VII
alguien limpia la celda
de la tortura
lava la sangre pero
no la amargura.